Directora, coreógrafa, intérprete y docente. Se forma en I.S.A. Teatro Colón, en la UNA y en la carrera de Filosofía en la UBA. Galardonada como directora por Cinthia Interminable en la Bienal de Arte Joven, nominada a Premios Teatro del Mundo mejor coreografía y dirección coreográfica. Participa del FIBA, Santiago a Mil, Festival Teatro de Caracas, FEFTIEL, MICA, Escena 70, Catálogo INT. Recibe por su último proyecto la Beca Bicentenario a la Creación del FNA, seleccionada por Laboratorio PRODANZA realiza work in progress en Teatro 25 de Mayo y C.C. San Martin. En 2018 dirige Un manifiesto obra de danza con 21 bailarines y 6 músicos, realizando temporada en El Galpón de Guevara y como asesora coreográfica trabaja con Mariano Tenconi Blanco para La vida extraordinaria en el Teatro Cervantes. Se desempeña como docente del Dpto. de Artes del Movimiento y el Dpto. de Artes Dramáticas en la UNA. Desde el año 2012 dicta talleres de Experimentación en Danza y Montaje de manera particular en Espacio Roseti y ha dictado clases en Chile, Uruguay y Venezuela.
Titiunik x Titiunik
Nací en buenos aires, en 1982. Me crié en una casa de mujeres. Mi madre, mis dos hermanas y el reinado de mi abuela Rosario apenas a cuadra y media. San Cristobal es un barrio melancólico de inmigrantes españoles y mosaicos color ocre. No tiene la velocidad del centro, ni la identidad de la periferia. Mi madre vasca, es la Adela de La casa de Bernarda Alba devenida epistemóloga. Pasa los días dando clases, las noches escribiendo y algunos domingos toca el piano. Yo bailo alrededor. Es una presencia ausente y poderosa. A los 8 años entro en la escuela del Teatro Colón y me la paso entrenando y dando vueltas por las calles del centro. Con mis compañeras nos escapamos a los subsuelos de escenografía o nos escabullimos en el terciopelo de los palcos y nos quedamos mirando la sala inmensa. A los 14 años me echan. Mi padre migra a Italia. Años paso entendiendo qué sigue si no es la danza. Estudio música en mil formatos y terminada la secundaria comienzo a estudiar filosofía. Recién a los 23 entro al por entonces IUNA y vuelvo a la danza y a pensarme desde esa identidad. Los años que siguen tienen la convicción y la potencia del trabajo que regalan las segundas oportunidades.
