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Todo lo que tenés que saber de Tilde, tilde cruz y de su autor, Fernando Chulak

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Todo lo que tenés que saber de Tilde, tilde cruz y de su autor, Fernando Chulak

Seguimos conociendo a las novelas finalistas y sus autorxs del Premio Fundación Medifé Filba. Acá compartimos todo lo que tenés que saber de Tilde, tilde, cruz (Beatriz Viterbo) y de su autor, Fernando Chulak. 

Fernando Chulak publicó su primera novela, Jauría en 2018. En 2021 publicó Tilde, tilde cruz por Beatriz Viterbo Editora, novela por la que obtuvo el Premio Gombrowicz en 2019.  Ha sido finalista del Premio Provincia de Córdoba, Premio Itaú y Manuel Mujica Lainez y Primera Mención en el concurso del Fondo Nacional de las Artes.

¿De qué se trata Tilde, tilde, cruz?
La novela sigue la tradición de las narraciones de verdades encubiertas y de los contra-relatos. Laurita, la narradora y protagonista de esta historia que tiene casi 30 treinta años, pero por momentos parece una nena de diez, vive en Epecuén y debe cuidar a su padre. En entonces cuando construye dos obsesiones: el coleccionismo y la mentira, que se vuelven, a lo largo del relato, dos formas de la narración. Así es como Tilde, tilde, cruz es la historia de una fabulación y de su capacidad de, aun develada, quiera mantenerse precisamente así: como fabulación. 

Cuestionario Premio Fundación Medifé Filba a Fernando Chulak

¿Qué significa formar parte de las diez novelas finalistas del Premio Fundación Medifé Filba?
Una locura. No se supone que estas cosas le pasen a personas como yo. 

¿Cuál fue el disparador que te llevó a escribir esta novela?  
A mi abuela no le gustaba contar “cosas tristes”. Así decía. Una sola vez logré que me contara su historia y cómo conoció a mi abuelo. El era el menor de ocho hermanos, y ser el menor implicaba un pacto por el cual debía cuidar a sus padres en el campo (su padre un tipo jodido, de mierda) mientras los otros eran libres de irse y hacer sus vidas; a cambio él recibía la casa y esas pocas hectáreas. Era una práctica bastante común pero me impactó mucho esa obligación, ese premio que no era tal. 
En la novela esa herencia/maldición recae sobre una chica que no puede salir de su lugar de hija, que queda infantilizada y a la vez forzada a cuidar del padre hasta sus últimos días. Por eso lo que más me interesó fue desarrollar un tono, escucharla.

¿Qué tiene la novela que el resto de los géneros no tengan?
El género es interesante no por lo que es sino por todo lo que puede ser. Si bien es una cualidad propia de la literatura en general, y la capacidad de extender los límites tiene más que ver con el autor que con las características de un género en particular, siento que la novela tiene la posibilidad de ser más plástica. La misma extensión del texto habilita digresiones y silencios que en el cuento me requiere más justificación: ahí cada elemento está por un motivo. 
Incluso la extensión de la novela también me permite que las formas o los distintos recursos narrativos fermenten, que evolucione, y no solo que ocurran.

¿Qué libros están en tu mesita de luz?
Intento no tener más que el que estoy leyendo. No me gusta leer pensando en el próximo. Ahora estoy con La vida después, de Donald Antrim. Y como soy un hombre de palabra no pienso admitir que por algún tipo de brujería aparecieron en la mesita de luz Los ojos del hermano eterno y El candelabro enterrado, de Stefan Zweig. Pero nada más.
Bueno, quizás Río negro, de Mariano Quirós. Solo eso. 
Y además Cómo la puntuación cambió la historia, de Bard Borch Michalsen. Y tal vez, solo tal vez, La reserva nacional Pushkin, de Sergéi Dovlatov. No voy a mencionar La pausa, de Juan Cruz Balian, ni Cigüeñal, de Silvina Gruppo. 
En fin. No entiendo cómo pasó esto si yo tenía tan claras mis propias reglas.
 
¿Qué libro te falta escribir?
Me gusta la idea de que cada texto es en respuesta al anterior: lo que en uno no pude, lo que le faltó, lo que lo profundiza, lo que resulta incluso opuesto a ese, será combustible para lo nuevo. Así que me falta todo. Hay todavía muchas cosas que quiero probar.

¿Personaje literario favorito?
Arnolph Arquíloco, el contable de Griego busca griega, de Friedrich Dürrenmatt. Tiene un listado de las ocho personas que mantienen el orden moral del mundo, desde el presidente, el dueño de la corporación para la que trabaja y el obispo de su iglesia hasta su propio hermano. A partir de esa rigidez, de ese absurdo, es muy difícil construir un verosímil, pero cuando todo lo idealizado por Arnolph Arquíloco empieza a mostrar grietas vemos que el personaje no solo es excéntrico sino que está construido con todos los matices necesarios para volverlo complejo y hacer más interesantes a los que están a su alrededor. 

¿Cuáles son los rituales mientras escribís?
El mate está siempre. Y no sé si ritual, pero hay ciertas cosas que ayudan a concentrarme. Primero escucho uno o dos temas bien arriba, quizás rock o punk, a modo de descarga, para después escribir al ritmo de jazz.

¿Tu palabra favorita?
Sarasa.

Carolina Rolle, editora de Beatriz Viterbo nos cuenta por qué leer Tilde, tilde, cruz

¿Qué fue lo que encontraste en la lectura de Tilde, tilde, cruz que te llevó a publicarla?
Enseguida que la leímos nos encantó. Beatriz Viterbo tiene un comité de evaluadores que seleccionan el material, sin saber nada de los textos que reciben. La decisión de publicar esta novela fue unánime. Nos convenció lo bien lograda que estaba la voz femenina y de un personaje tan singular para el que construye un modo de narrar que juega entre la realidad y el pensamiento. Asimismo, nos cautivó la trama policial que despista, porque todo lo que uno cree que sucederá, sucede, y eso genera un efecto de lectura arrasador dado que el lector quiere encontrarse con lo inesperado.

¿Qué piensas de un reconocimiento como el Premio Fundación Medifé Filba?
Quedar seleccionados en un Premio como este permite visibilizar un trabajo de selección riguroso que hacemos con nuestro catálogo, con vistas a publicar autores argentinos que apuestan por experimentar con el lenguaje y las formas. 

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