Nací en Buenos Aires en 1960. Escribí mi primer cuento a los diez años, pero no me animé a mostrarle lo que escribía a casi nadie hasta que tuve treinta y ocho años. Trabajé como profesora de gimnasia, niñera y productora de televisión mientras acumulaba cuadernos y carpetas y hojas escritas a mano o con máquina de escribir. También escribí notas para revistas, libros por encargo, guiones de documentales de arte, folletos para un visitador médico, publicidades que nunca salieron, biografías de personas que querían contarles su vida a sus hijos y nietos. En algún momento a mis libros los empezaron a leer más personas y después les gustaron mucho a jóvenes y a niños y a mí me gustó cada vez más escribir para ellos. También me gusta ayudar a otras personas a buscar lo que quieren decir y a encontrar y reconocer las palabras que necesitan para contarlo. Eso sería enseñar a escribir. Y me gusta decir en mi lengua lo que otros dicen en inglés, ver cómo empujo los límites de lo que mi lengua tiene para expresarse con lo que viene de otra lengua. Eso sería, muy resumidamente, traducir. Me gusta leer y que me lean en voz alta y en voz baja, sentada, acostada, parada, en mi casa, en el colectivo, en el tren, en los aviones. Me gusta el olor de los libros. Me gustan las palabras. Me gustan las personas (casi siempre). Me gusta pensar. Me gusta conversar.