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Singing in the rain (Nacio Herb Brown/Arthur Freed 1930)

Melodía desencadenada

Singing in the rain (Nacio Herb Brown/Arthur Freed 1930)

Por María Ezquiaga

Tres escritores y una cantante se animan a contar canciones. Haciendo el siempre difícil ejercicio de elegir “la” canción que no pueden dejar de bailar (o esa que arruina las fiestas), contarán qué les pasa con esas melodías y letras.

Qué rara es la forma en que funciona la memoria, cómo se guardan los recuerdos. Todo se mezcla, no distingo qué emoción pertenece a cada momento. Quisiera ordenarla, separar cada cosa, ponerla en su lugar.

Me acuerdo de esta canción y, cuando la vuelvo a escuchar, siento que me protege de nuevo, aunque no sé de qué. Muchas veces sentí que la magia de la música (y del cine) me protegía. Funcionaba como un paragolpes de la realidad. Y cada vez me queda más claro que no quiero ver la realidad, que cuando aparece (porque rebalsa, porque sale de los bordes) siento pánico, miedo terrible hasta de pestañear, de estar en el mundo, de que me pegue de frente la luz de la verdad.

Esas veces, en que se me paraliza el cuerpo, siento que la música también me cura. Las emociones se manifiestan a través de vibraciones, porque las cosas tarde o temprano salen a la luz.

Pero, aunque los secretos se tejen a nuestro alrededor, la música es como el inconsciente revelando lo que se esconde. La verdadera música se arma de un modo en que no podemos controlar y al escucharla funciona de la misma manera.

¿Quién descifra este mensaje? ¿Quién tiene los ojos abiertos? ¿Ese alguien tiene alma? ¿Siente amor?

Hola, soy yo de nuevo, hola, estoy acá sin que te des cuenta, voy a aparecer a través de una melodía y vas a ver lo que no podías ver.

La música me ayuda a cruzar también.

Y aquí está Singing in the rain. Ya la conocía, todos la conocen, todos la saben, incluso está ironizada en otra película. Pero igual funciona. ¿Qué se piensan? ¿Que le pueden ganar? No. No le van a ganar. Acá estoy, llorando porque está hablando de mí ahora y de mí en el pasado. Saca todo afuera y, gracias a eso, tengo ganas de cantar de nuevo, cantar bajo la lluvia, porque puedo, por más que esté todo mal, sin esperanza no hay futuro.

Y además pasa otra cosa: la vida no es perfecta. A veces, incluso, es horrible aunque yo no lo quiera ni ver. Entonces, otra vez la música. Como dice Quincy Jones “sin agua y sin música no se puede vivir”.



Buenos Aires, Filba Internacional 2018
 

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