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Melodía desencadenada

Melodía desencadenada

Melodía desencadenada

Por Fikry El Azzouzi

El pueblo donde nací no tiene nada especial, su único tesoro son sus dos celebridades. La más interesante soy yo, pero está también ese otro tipo. Un gordito con una panza enorme, que se pasa el día pegado a una silla del bar del pueblo, tomando cerveza.

Mientras tanto, mira ciclismo en la gran pantalla plana que está colgada del muro. ¡Oh sí! En Bélgica es posible pasar el día entero mirando ciclismo.  Cuando, muy de vez en cuando, voy a visitar a mis padres – lo sé, soy una mala persona y probablemente me convertiré en combustible infernal-, me veo obligado a realizar urgentes paradas sanitarias en el bar. Tengo una vejiga pequeña. Siempre que lo hago, me tomo un expreso, sólo para que no piensen que soy un parásito meador.

Tomo mi café en la barra, mientras mi colega-estrella me observa con gesto vacío. Yo sé que me considera un gran rival. Así lo considero yo también. Es lo que pasa cuando hay dos celebridades en un pueblo de mala muerte. Finalmente, llegó el día en que nos miramos a los ojos.

‘Vos sos él que escribió un librito sobre los jihadistas y algo de una oveja parlante?’ inquirió el regordete calvo.

‘Una novela. Y no escribo solo novelas, también escribo obras de teatros y artículos controvertidos en diarios de calidad.’

Me interrumpió con un gran bostezo y ordenó otra cerveza. Respondí con un bostezo más grande aún y ordené un doble expreso.

‘Soy un cantante de fama mundial. Soy tan famoso que ya no me importa la fama. Así son las cosas’.

‘Qué raro que no conozco tus canciones’

El gorila grasoso enrojeció levemente y subió su tono de voz.

‘Escuchame pendejo. Te voy a contar quién soy y qué hice. Con mi colega, tuvimos durante años un hitazo cada verano. Te hablo de hits mundiales. Tuvimos las mujeres más hermosas y nos trataban en todos lados como reyes. Todo cambió cuando nos tomamos unas merecidas vacaciones en Tailandia. Descubrimos los lady-boys. ¿No sos por casualidad un ladyboy?’  Tuve ganas de golpearlo.

‘Me cansé rápido de los lady-boys. Me parecieron muy complicados y, a veces, todo era un poco doloroso.  Pero mi colega nunca tenía suficiente. Encontró su paraíso personal y dejó su carrera atrás. La verdad es que podíamos ya vivir de los royalties.  ¿Lo escuchaste? Soy rico. Lo que te quiero decir es que después de años de éxito te dan ganas de otras cosas. Dejé un gran legado: mis hits se escuchan en todo el mudo. Tus libritos no los lee nadie, con suerte los usan de posa tazas.  Quiero ser honesto con vos.

Soy el único realmente famoso en este pueblito. Esta silla en el bar es mi trono y no se lo cedo a nadie. ¿Lo entandés?

Negué con mi cabeza mecánicamente y comencé a formar una respuesta.

‘María, querés refrescarle la memoria a este chico. Poné uno de mis hits fiesteros!’

María puso un CD en el reproductor y apretó play:



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